Yo era de esas personas que se tapan con la mano cuando sonríen. Hasta mis amigos más íntimos pensaban que yo era tímida, tal era mi comportamiento ante el público y mi apocamiento sobre todo en las comidas y cenas juntos. En la clínica Ponce de León no sólo me ofrecieron el tratamiento de ortodoncia adecuado para mi boca, sino que de verdad, cada vez que iba a la consulta, sentía que había asistido a terapia. Me explicaban todo tan bien, el porqué de cómo estaban mis dientes y cómo los iban a ayudar a poner en su sitio correcto, que fui gradualmente cogiendo confianza en mí misma. Y hasta hoy, que sigo pensando que la ortodoncia me cambió la vida, pero no solo por el tratamiento en sí.