Mi novia decía que para la boda yo tenía que estar muy guapo, que las fotos de ese día se guardaban para toda la vida, que yo no podía seguir sonriendo ocultando los dientes. En la Clínica Ponce de León, una vez que valoraron mi caso, me aseguraron que llegaría con los dientes arreglados para dar el «Sí quiero». Así que me puse en sus manos. La verdad es que estoy muy satisfecho, porque aunque fue algo que inicié por dar gusto a mi novia (ahora esposa), me he quedado con estos dientes perfectos y esta sonrisa ya para toda la vida.