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Preguntas generales

Unos dientes bien alineados y una adecuada mordida permiten entre otras cosas evitar desgastes producidos por contactos prematuros, previenen la acumulación de placa bacteriana responsable de la caries y de problemas en las encías además de ofrecerle una perfecta sonrisa.

La ortodoncia es necesaria. Cierto que puede dar la impresión de que se realiza meramente por estética, pero la verdad es que los dientes en buena posición y una correcta mordida alargan la vida de la boca.

Los dientes en mala posición se quiebran con facilidad, atrapan partículas de alimentos que desencadenan en caries dental y en enfermedades de las encías, disminuyen la calidad de la masticación, lo cual produce problemas digestivos tales como estreñimiento, gases o malnutrición. Obviamente, una digestión deficiente termina afectando a la salud general del individuo.

En el caso de trastornos mandibulares, además de afectar a la calidad de la masticación que, como ya hemos visto, puede causar graves consecuencias, el uso de la mandíbula es tan frecuente a lo largo del día (hablar, bostezar, comer…) que el trastorno puede acabar derivando en una artritis de esta articulación y, en casos extremos, causa trabamiento de la mandíbula impidiendo la apertura de la boca y afectando a la capacidad auditiva (sordera).

Afortunadamente un tratamiento ortodóntico realizado a tiempo puede corregir estos defectos.

Por completo: la ortodoncia cambia y mejora la apariencia del paciente. Los cambios pueden observarse en la sonrisa y en las facciones de la personas, produciendo, además de una mejora incalculable en salud, un incremento considerable de la autoestima.

Realmente no, aunque una vez colocados los aparatos se pueden sentir ligeras molestias por aproximadamente 48 a 72 horas. Además, éstas pueden ser eliminadas con el uso analgésicos si se considera necesario y no volverán a aparecer hasta que los aparatos sean nuevamente reajustados y no siempre.

Siguiendo las indicaciones del doctor, las molestias iniciales pueden disminuirse y siempre desaparecen en cuanto la boca se habitúa.

La oclusión dental se produce al chocar el maxilar superior y el inferior al realizar los movimientos diarios habituales tales como morder, masticar o hablar.

Al nacer, el bebé no tiene dientes, por eso, el maxilar superior y el inferior (la mandíbula) no ocluyen (es decir, no contactan en ningún punto). Será con la aparición de los primeros dientes y con la necesidad de morder cuando los dientes superiores e inferiores empezarán a contactar unos con otros y nacerá así una oclusión «temporal».

Con el cambio de los dientes de leche por los definitivos, la oclusión sufre grandes transformaciones. Es decir, juntar la mandíbula para masticar o para otros movimientos diarios tiene que hacerse adaptándose a los nuevos dientes y a la forma de la cara que está en continuo crecimiento.

Al terminar el recambio dentario, cuando ya tenemos los dientes permanente, la oclusión todavía no es estable pues no ha finalizado el crecimiento de los huesos ni han salido las muelas del juicio.

Podemos afirmar que hasta los 20 años (si han salido las muelas del juicio y ha terminado el crecimiento óseo), la formación de la oclusión ha concluido y que permanecerá estable a lo largo de la vida.

Para que la boca tenga y mantenga una buena salud, una estética agradable y un buen funcionamiento durante toda la vida, la oclusión debe tener unas normas muy definidas y estrictas: los dientes no deben hacer contacto de forma arbitraria.

Para que la oclusión dental sea correcta, la arcada superior (el maxilar superior) ha de cubrir a la inferior como una tapa de una caja y todos los dientes superiores e inferiores deben encajar y contactar los unos con los otros.

La boca es un mecanismo perfecto donde todos los dientes deben tener una correcta posición y relación entre ellos y con los huesos que los sujetan. Esta posición y forma de colocación y contacto de los dientes se llama NORMOCLUSIÓN.

La maloclusión puede ser producida por muchas y diferentes causas que podemos dividir en dos grupos:

a) hereditarias. Son aquellas que pasan de padres a hijos, como por ejemplo el prognatismo de la casa de los Austrias.

b) adquiridas. Son todas aquellas que, a lo largo del crecimiento del niño, vienen a alterar el desarrollo de los dientes y los maxilares.

Entre estas últimas podemos encontrar:

-el chupete y la succión del dedo. Son hábitos tanto más perniciosos cuanto mayor sea su duración, la intensidad y la frecuencia de los mismos, Si se prolongan más allá de los cuatro años de edad, pueden provocar alteraciones dentoesqueléticas de difícil solución.

-la deglución atípica. Es otro hábito frecuente que consiste en que la lengua empuja a los dientes al tragar y, al igual que el chupete, puede provocar una mordida abierta u otras alteraciones.

-la respiración bucal. Es quizá la más frecuente causa de alteraciones en el buen desarrollo de la cara. Suele ser debida a unas vegetaciones grandes (hipertrofia de adenoides), a catarros frecuentes, a rinitis alérgicas, etcétera, que impiden la normal respiración nasal. Acaba provocando una cara larga con poco desarrollo mandibular y muchas veces, una maloclusión de Clase II. A este conjunto de alteraciones se le llama «Facies Adenoidea»

-la erupción anormal de los dientes permanentes. Cuando los incisivos superiores hacen su aparición entre los seis y siete años y se colocan anormalmente, provocan una mordida cruzada anterior que, si se deja evolucionar, produce un prognatismo mandibular muchas veces solo corregible mediante cirugía.

-así mismo, una mordida cruzada lateral, que al principio es fácil de solucionar, puede llegar a producir una asimetría facial que más tarde, como el prognatismo, solo tendrá solución quirúrgica.

-las alteraciones en el número de dientes, tanto por defecto (agenesias) como por exceso (supernumerarios) deben diagnosticarse precozmente para evitar trastornos futuros de difícil solución ortodóntica.

-la caries, tan frecuente en la población infantil y sobre todo en la dentición de leche, no recibe la importancia que merece. Es la causa más frecuente de maloclusiones, siendo necesario empastar los dientes y las muelas de leche que tengan caries para prevenir la pérdida de espacio por el desplazamiento de los dientes más próximos.

Cuando los dientes y los maxilares no están correctamente colocados, hay una «maloclusión». Las distintas formas de maloclusión son infinitas, puesto que no hay dos bocas iguales. Básicamente, se pueden dividir segun las tres dimensiones del espacio:

1.- Problemas anteroposteriores

Clase 1

Clase 2

Clase 3

2.- Problemas transversales

Mordida cruzada

Mordida en tijera

3.- Problemas verticales

Sobremordida

Mordida abierta

Se llama mordida cruzada cuando el maxilar es más estrecho que la mandíbula en uno o en ambos lados y las muelas superiores se sitúan por dentro de las inferiores.

En la cara, la mordida cruzada puede observarse por una desviación del mentón hacia el lado de la maloclusión.

Cuando la desproporción entre el maxilar superior y la mandíbula es excesivamente grande y las caras triturantes de los dientes superiores e inferiores no llegan a contactar se dice que hay una mordida en tijera.

La sobremordida es un problema vertical muy común y que consiste en que los dientes superiores cubren en exceso a los inferiores.

Las facciones que corresponden a esta maloclusión es una cara corta, con los labios finos y hundidos respecto de la nariz y el mentón. Generalmente, estos rasgos aumentan con la edad y hacen parecer a la persona de más edad de la que realmente es.

La mordida abierta es una malcolusión en la que en la masticación solo contactan las muelas posteriores. Es lo contrario a la sobremordida.

En la mordida abierta, algunas piezas dentarias superiores no llegan a contactar con las inferiores. No afecta sólo a la masticación, sino también a la fonación y la deglución. Los rasgos de las personas afectadas por la mordida abierta suelen tener caras largas y estrechas.

Toda edad es buena para comenzar un tratamiento de ortodoncia. Siempre que haya dientes torcidos o mal alineados, dificultades mandibulares o cualquier cuestión sobre la boca, es el momento adecuado para visitar al ortodoncista y salir de dudas. No importa la edad.

Sobre los tratamientos

Ante un paciente con maloclusión el ortodoncista ha de considerar si el causante son los dientes o los huesos (los maxilares),o ambos.

Ante un paciente con una maloclusión causada por los dientes y por los huesos, se tratará en primer lugar el problema de los maxilares. Se inicia así la fase ortopédica, es decir, tratar las maloclusiones ortopédicas o esqueléticas.

Ante una maloclusión de Clase 3 (el maxilar inferior ha crecido o está creciendo más que el maxilar superior): suele ser un problema hereditario y difícil de corregir, por lo que cuanto antes se comience el tratamiento, mejores y más rápidos resultados se obtendrán. Entre los cicno y los seis años será la edad idónea por la plasticidad de los huesos.

Ante una maloclusión de Clase 2 (el maxilar inferior crece menos que el maxilar superior): en este caso también conviene un tratamiento a edad temprana puesto que se aprovechará el crecimiento natural del hueso y se le empujará a buen término.

Ante otras maloclusiones de origen óseo, cuanto antes se intervenga para corregirlas, mejor, ya sean mordidas cruzadas, mordidas abiertas o hábitos como chuparse el dedo, usar el chupete, respirar por la boca, tener una deglución atípica, etc. El tratamiento temprano facilitará un crecimiento esquelético normal.

La fase ortodóncica es la que implica el tratamiento de la maloclusión cuando ésta está ocasionada por los dientes. En pacientes en que es necesario un tratamiento óseo y dental, se comenzará primero con el tratamiento de los maxilares (fase ortopédica) y se seguirá a continuación con la fase ortodóncica o dental.

Para problemas de malposición y alineación dentarios (tales como la Clase I) la edad conveniente de inicio del tratamiento va entre los 11 y los 13 años ya que se logra el éxito y fácilmente pues al ser casi un adolescente, colabora mejor que un niño más pequeño en las exigencias que conlleva la aparatología fija (brackets y bandas)

Sin embargo, no hay límite de edad para la fase ortodóncica. Cada vez con más frecuencia, acuden adultos a corregir los dientes torcidos.

Sobre los aparatos

Además de las bandas, los «brackets» y los arcos de alambre, la ortodoncia fija incorpora diferentes aparatos con precisas indicaciones en cada tipo de maloclusión: elásticos, mantenedores, distaladores molares, disyuntor, quad helix, fuerza extraoral, máscara facial y mentonera.

Hay muchas ocasiones en las que los dientes superiores e inferiores ya se han terminado de alinear, sin embargo, no encajan totalmente, siendo necesario en estos casos coordinar ambas arcadas, es decir, ajustar la posición de los deintes de arriba con los de abajo y obtener la normoclusión. Para esto es muy frecuente la utilización de unos aros de goma llamados «elásticos».

En algunas ocasiones es necesario que los primeros molares definitivos se mantengan en su sitio y no se muevan nada hacia adelante con el objeto de evitar que se spierda todo o parte del espacio conseguido, por ejemplo cuando se hace la extracción de alguna pieza dentaria con el fin de obtener espacio para el resto de los dientes.

Para mantener estos molares en su posición inicial se utiliza la Barra Palatina o el Botón de Nance para la arcada superior y el Arco Lingual o el Paralabios (Lip bumper) en la arcada inferior. Estos son los que se conocen como aparatos mantenedores, ya que mantienen, conservan el espacio.

En muchos casos, los últimos molares superiores se desplazan hacia adelante (se mesializan), empujando al resto de los dientes. Existen múltiples aparatos llamados distaladores de molares que sirven para empujarlos hacia atrás (distalar) y así conservarlos en su posición original y adecuada.

Entre lo distaladores molares más frecuentes se encuentran el Péndulo de Hilgers, el Bimétrico de Wilson, o el Nance modificado con muelles de Nitinol.

Cuando la arcada dentaria superior se encuentra muy comprimida (lo que habitualmente se conoce como «paladar ojival») no son los dientes propiamente dichos los responsables de este problema, sino el maxilar superior que es demasiado estrecho. Es necesario entonces que se corrija esta anomalía y el disyuntor es el aparato que realiza la acción de ensanchar el maxilar superior.

Este aumento de la anchura del maxilar superior se consigue mediante la apertura o disyunción de la sutura palatina media, que solo es posible mediante su osificación definitiva.

Con esta expansión se podrá corregir también la posición de los dientes (la mordida cruzada) y lograr espacio para las piezas anteriores.

En la correcta oclusión, los dientes superiores deben abarcar a los inferiores. Cuando la arcada superior es más estrecha que la inferior, se dice que hay una mordida cruzada lateral que provoca la desviación de la mandíbula hacia un lado. El aparato llamado Quad-hélix realiza la expansión de los dientes aumentanto la anchura de la arcada dental.

Sobre la ortodoncia infantil

La ortodoncia preventiva-infantil abarca desde los 0 a los 6 años. En esta etapa, salvo en casos muy acusados, no es necesario llevar a cabo un tratamiento ortodóntico, sin embargo es conveniente realizar revisiones periódicas con el fin de detectar precozmente posibles alteraciones.

La ortodoncia infantil interceptiva es la que se realiza entre los seis y los diez años. En esta etapa, gracias al ortodoncista, se corrigen con mucha facilidad las anomalías esqueléticas presentes debido a la gran plasticidad de los huesos en esta edad. Además, se modelan las deformaciones de arcadas dentarias que alteran el funcionamiento masticatorio y la estética actual del mismo y también se detectan malos hábitos que afectan al desarrollo dentario y se ayuda a enmendarlos.

El ortodoncista preverá el espacio de salida de la futura dentadura permanente en caso de ser necesario, reeducará la función masticadora y colaborará para que el pequeño paciente adquiera de por vida unos buenos hábitos de higiene.

Entre los 10 y los 12 años, dependiendo de la madurez dental de cada niño, es recomendable esperar a que finalice el cambio activo de los dientes de leche por los definitivos y a que el crecimiento del hueso se exprese definitivamente. De ahí que esta etapa entre los ortodoncistas sea conocido como la etapa de observación.

Los dientes temporales, o de leche, comienzan a salir a los seis meses de edad aproximadamente. Pero depende de cada bebé (los hay que hasta los nueves meses no tienen las primeras apariciones).

Hacia los dos años habrá nacido ya la que se considera la última muela de leche y con ella finaliza la erupción de los veinte dientes temporales.

Entre los dos y los seis años, la boca se mantendrá con los dientes de leche y no sufrirá cambios. Aparentemente, en la boca del niño no pasa nada, pero en realidad lo que se está produciendo es un gran crecimiento de los maxilares (de los huesos). Este aumento de tamaño servirá para que, cuando comience la sustitución de los dientes de leche por los definitivos (que son más grandes y, por lo tanto, ocupan más espacio) tengan sitio suficiente y no salgan torcidos. Así, entre los dientes de leche de los niños que, cuando aparecieron estaban juntos, empezarán a aparecer separaciones (llamadas diastemas).

Sobre los seis años comienza la dentición permanente así como la aparición de las muelas más importantes y grandes de la boca, al final de todos los dientes: los primeros molares o «muelas de los seis años». La pérdida o afección de alguna de estas muelas altera la oclusión dentaria y por eso deben vigilarse regularmente por el especialista.

Desde los seis a los doce años, los dientes de leche van siendo sustituidos por los permanentes hasta completarse la dentición definitiva con la aparición también de los segundos molares o «muelas de los doce años» que saldrán detrás de las muelas de los seis años.

A partir de los veinte años aparecerán las famosas «muelas del juicio» (las terceras molares o cordales), que se han hecho famosas precisamente por presentar problemas durante su erupción y que en un alto porcentaje de casos hacen necesaria su extracción.

Sobre el diagnóstico

Ante un paciente que no es todavía adulto, es necesario dar respuesta a las siguientes preguntas:

-¿Qué tamaño tendrán los dientes definitivos del niño?

-¿Van a caber todos los dientes en su boca?

-¿Cómo va a ser su cara cuando sea adulto?

-¿Cuánto y cómo van a crecer sus maxilares?

-¿Va a tener muelas del juicio y cómo van a hacer erupción?

Para conocer las respuestas a ésta y otras preguntas es necesario realizar unas pruebas que, una vez analizadas, medidas y estudiadas, permitirán completar el diagnóstico y realizar un plan de tratamiento.

Un modelo de estudio es una reproducción de los dientes y encías en escayola dura. Los modelos de estudio se realizan con unos moldes o impresiones tomados previamente de la boca del paciente con una pasta elástica.

Con estos modelos y con la ayuda de un articulador, se estudia la relación de los dientes para calcular la posibilidad de que quepan todos en las arcadas y prever su posición final.

Las fotografías que se toman del paciente en la ortodoncia suelen ser:

-extraorales o de la cara: se hacen en distintas posiciones para poder estudiar las facciones del paciente, sus labios, sonrisa, etc

-intraorales o de los dientes: se toman desde diferentes posiciones, sirven para observar posibles malposiciones, el color manchas, etc

Las radiografías que suelen emplearse en ortodoncia son:

-Ortopantomografía o panorámica: ofrece una visión general de los huesos, los dientes y sus raíces, permitiendo el estudio tanto de las piezas presentes en la boca, como de las que harán erupción en el futuro y sus posibles anomalías de posición o número.

-Teleradiografía: es una radiografía de la cara con la que se estudia la forma y el crecimiento de huesos, la posición de los dientes y los tejidos blandos. También permite observar las vías aéreas, las amígdalas y las vegetaciones. Para la medición de todos estos datos nos valemos de la cefalometría.

-Otro tipo de radiografías como la carpo o la mano, oclusales, romografías, nos sirven de ayuda en muchos casos.

Sobre la ortodoncia interceptiva

La ortodoncia interceptiva, también llamada preventiva, es la que tiene como fin tratar precozmente los pequeños problemas ortodónticos, que si se dejaran evolucionar libremente se convertirían en grandes maloclusiones difíciles y costosas de corregir.

La edad más adecuada para la ortodoncia preventiva o interceptiva abarca desde los seis años (edad aconsejada para la primera visita al ortodoncista) y los diez, momento en el que se puede comenzar con los tratamientos propios de la ortodoncia infantil.

Sobre la ortodoncia correctiva

Así como la ortodoncia interceptiva trata de prevenir la maloclusión, la ortodoncia correctiva trata las maloclusiones ya instauradas en el paciente.

Dentro de la ortodoncia correctiva se pueden distinguir tres tipos de tratamientos:

-tratamientos con aparatología funcional y removible

-tratamientos con aparatología fija

-tratamientos ortodóncico-quirúrgicos

El tratamiento que se efectúa con aparatos que el propio paciente puede ponerse y quitarse, que se suelen emplear en la dentición mixta (es decir, cuando hay dientes de leche todavía, entre los seis y los doce años) son los aparatos funcionales y los removibles.

En las primeras fases del tratamiento, su uso tiene como fin la corrección de los problemas de crecimiento de los maxilares y de pequeñas malposiciones dentarias. Posteriormente, una vez completada la dentición definitiva, suele ser necesario el empleo de aparatos fijos (brackets)

Los llamados aparatos funcionales (u ortopédicos) actúan sobre la musculatura facial y sus inserciones óseas. No tienen mecanismos activos en sí mismos y solamente son útiles mientras haya crecimiento en el niño, de ahí la importancia del control por ortodoncista en esta época.

Los aparatos removibles o placas, al contrario que los anteriores, poseen resortes, tornillos y otros mecanismos activos, mediante los cuales se pueden realizar movimientos dentarios limitados.

La aparatología removible y la funcional puede tener múltiples formas, cada una de ellas individualizada para cada paciente. Generalmente, estos aparatos constan de un armazón de resina acrílica adaptado al paladar y fijado a los dientes mediante retenedores mecánicos, además de resortes, tornillos y otros mecanismos activos necesarios para actuar sobre las arcadas dentarias.

Instrucciones de uso de la aparatología funcional y removible

Al tratarse de aparatos bastante voluminosos, que ocupan prácticamente toda la boca, es necesario un lento período de adaptación. Se deben empezar a usar unas pocas horas al día al principio y, al cabo de una semana, ya se pueden poner todo el tiempo en casa (día y noche) y, finalmente, a las dos semanas, su uso abarcará todas las horas del día (también fuera de casa).

Únicamente podrán quitarse durante las comidas o para hacer deporte y siempre se guardarán en su caja.

En caso de que produzcan molestias, se acudirá a la consulta para su corrección, pero sin dejar de ponerlos, así se podrá apreciar exactamente la ubicación y el tipo de molestia. Si se rompen, se doblan o se pierden, deberán arreglarse o reponerse lo antes posible para que no se produzca ningun retroceso en el tratamiento.

La aparatología fija o multibrackets

El aparato más efectivo y básico para realizar cualquier tipo de movimiento dentarios es el llamado multibrackets, que acompañado de otros aparatos complementarios, es imprescindible en el tratamiento de casi todas las maloclusiones.

Los multibrackets funcionan mediante la aplicación de unas fuerzas muy ligeras y constantes sobre los dientes a los que desplaza de forma lenta y gradual a una nueva posición.

Este desplazamiento del diente es posible gracias a las características del hueso (que, a pesar de su dureza, es también muy moldeable) y del ligamento periodontal (la unión entre el diente y el hueso).

La parte más visible de la aparatología fija son los «brackets» (piezas metálicas o cerámicas) que van pegados a la superficie de los dientes permanentes con adhesivo especial. En los molares se colocan y pegan unos arcos metálicos, también llamados «bandas», que llevan soldados unos tubos y otros accesorios.

En estos brackets y bandas se introduce y sujeta el alambre principal o «arco» que es realmente la parte activa del aparato. Por su especial flexibilidad, mueve los dientes hasta su posición correcta. Estos arcos de alambre se cambian o activan en cada visita a la consulta.

Instrucciones de uso de la aparatología fija

Al iniciar el tratamiento con aparatos fijos, se siente una ligera incomodidad, sobre todo al comer, por esto es recomendable que esos días, la alimentación sea blanda. En dos o tres días las incomodidades desaparecerán. Si se considera conveniente, se podrá tomar algun analgésico.

Estos primeros días pueden surgir algunas llagas o heridas mientras la boca se acostumbra al aparato. Existe una cera o silicona especial que se vende en farmacias para aliviar estas apariciones. Estos síntomas desaparecen en cuanto la boca se habitúe.

La precisión de la aparatología fija es una de sus mayores cualidades, pero para su correcto funcionamiento y el éxito del tratamiento es necesario tener unos cuidados específicos para que no se deforme ni ocasione daños que puedan comprometer el resultado, haciendo que se alargue innecesariamente el tiempo de su uso. El despegue de algun bracket de forma reinicidente afecta muy negativamente, por ejemplo.

Conviene no morderse las uñas, así como no morder lápices, bolígrafos u objetos similares y en caso de que se despegue un «bracket» o una «banda» es necesario guardarlos y llevarlos en la siguiente visita para que se reponga.

El aparato es lo suficientemente fuerte como para resistir la masticación de los alimentos corrientes, pero conviene evitar tres tipos de comidas:

Alimentos duros.

Alimentos muy azucarados.

Alimentos pegajosos.

La aparatología fija es lo bastante fuerte para resistir la masticación de los alimentos corrientes, pero hay que evitar tres tipos de comidas:

-los alimentos muy duros, porque doblan los arcos, despegan los brackets y arrancan los tubos soldados a las bandas. Algunos ejemplos son las aceitunas con hueso, el pan duro, las zanahorias crudas, todos los frutos secos y las palomitas.

-los alimentos muy azucarados, son nefastos porque en pocos minutos los microbios de la boca se transforman en ácidos que provocarán la caries. No se deben tomar dulces, chocolates, chucherías, etc

-los alimentos pegajosos son doblemente peligrosos, por un lado porque tuercen los alambres y despegan los «brackets» y por otro porque si además tienen azúcar producirán caries. Evitar, pues, los chicles y los caramelos masticables, entre otros.

Cuando los maxilares no se desarrollan de una forma normal, es necesario empezar el tratamiento cuanto antes para evitar en lo posible un crecimiento anómalo. Si no se trata el problema a tiempo o no se consigue detener este crecimiento patológico, se llegará a la edad adulta con la deformidad esquelética que afectará a la estética de la cara. Para corregir dicha deformidad, es necesario complementar el tratamiento de ortodoncia con un tratamiento quirúrigico, con una operación.

Este tipo de tratamiento ortodontico-quirúrgico solamente debe realizarse cuando haya concluido totalmente el crecimiento óseo.

Tanto el diagnóstico como el plan de tratamiento se han de llevar conjuntamente entre el ortodoncista y el cirujano para coordinar en el tiempo las distintas fases del mismo y lograr un resultado final satisfactorio.

La secuencia en el tratamiento ortodóntico quirúrgico es la siguiente:

1.-Fase prequirúrgica

Se lleva a cabo la aparatología con brackets y tiene como objeto colocar los dientes en una posición prequirúrgica correcta en sus respectivas arcadas, Esta primera fase puede durar un año aproximadamente

2.- Tratamiento quirúrgico

Consiste en una operación, generalmente bajo anestesia general en quirófano y con hospitalización de algunos días. Tiene como fin la corrección de la forma, el tamaño y/o la posición de los maxilares, bien el superior, bien el inferior o ambos.

3.- Fase posquirúrgica o del tratamiento ortodóntico

Después de la cirugía es necesario continuar con el tratamiento ortodóntico de multibrackets con objeto de finalizar el ajuste de la arcada superior con la inferior y lograr una correcta relación entre ambas. Esta fase puede prolongarse entre sies y doce meses.

Sobre la logopedia

Los objetivos que se marca la logopedia con la Terapia Miofuncional Oral son:

  • Valorar las alteraciones que pueden aparecer, tanto a nivel estructural como funcional, respecto a la respiración, masticación y deglución.
  • Hacer un diagnóstico miofuncional, definiendo además las alteraciones estructurales y funcionales que se observen desde un punto de vista cualitativo.
  • Diseñar el plan de intervención individualizado para cada caso, que consistirá en ejecución de ejercicios, supresión de hábitos y toma de conciencia de los nuevos patrones adquiridos.
  • Coordinar la intervención funcional con la intervención del ortodoncista, rentabilizando sus tratamientos.

La deglución atípica es la presión atípica de la lengua o interposición lingual, ya sea anterior y/o lateral, durante la deglución. Esta patología y sus trastornos asociados pueden provocar desequilibrios musculares y estructurales.  Un gran porcentaje de maloclusiones están relacionadas con este problema. Su reeducación permite equilibrar y tonificar la musculatura orofacial implicada, corregir dichas disfunciones y posibilitar una intervención ortodóncica óptima. Los efectos que provoca la deglución atípica en adultos es la misma que en niños, pero en mayor grado, ya que existe una fijación de hábitos instaurada y es más costosa de rehabilitar.

El logopeda, en conjunción con el doctor Ponce de León, será el encargado de reeducar las alteraciones funcionales y malos hábitos, que están entorpeciendo la adecuada dinámica de la aparatología ortodóncica mediante la Terapia Miofuncional Oral

La respiración oral es aquella en la que la función respiratoria se realiza bucalmente, en lugar de realizarse de manera nasal. Esto provoca una serie de consecuencias estructurales y musculares, así como un aumento de riesgo de infecciones y patologías otorrinolaringológicas diversas, al no producirse una filtración del aire por vía nasal.

En ocasiones, la respiración oral aparece unida a la deglución atípica, aunque no necesariamente.

Antes de llevar a cabo una terapia para la corrección de la respiración oral, se deben tener en cuenta las características de cada sujeto y las patologías asociadas que pueden relacionarse con dicha respiración oral.

La ortodoncia se ocupa del estudio del crecimiento de las estructuras craneofaciales y del tratamiento de las posibles desviaciones de la norma. Se persigue la armonización de los componentes dentales, con el objetivo de mejorar tanto la salud del aparato bucodental como la estética en la boca del paciente.

Muchas maloclusiones dentarias están relacionadas con alteraciones en la respiración, masticación y deglución, así como con malos hábitos y parafunciones (bruxismo, mordisqueo, etc.).

El tratamiento de Terapia Miofuncional en estos pacientes es tanto rehabilitador como preventivo.

Las necesidades pueden variar si se trata de sujetos adultos o niños, por lo que el logopeda deberá adaptarse a dichas necesidades individuales.

Muchas maloclusiones dentarias están relacionadas con alteraciones en la respiración, masticación y deglución.  Además, existen malos hábitos como la succión digital, la onicofagia, el mordisqueo labial, etc. que alteran la posición normal de los dientes.

En estos casos, las correcciones estructurales en la boca del paciente no son suficientes. Es decir, es inviable la rehabilitación de la posición dental sin corregir disfunciones y malos hábitos, y viceversa. La no intervención de la terapia miofuncional puede dar lugar a la regresión del tratamiento de ortodoncia.

Es necesaria la coordinación del trabajo del ortodoncista y el del logopeda para poder establecer una buena rehabilitación en los pacientes:

El ortodoncista, con una intervención a nivel orgánico, y el logopeda trabajando, a nivel funcional, con toda la musculatura implicada en estas funciones.

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